¿De qué se trata la demanda? Apple, Google y Meta enfrentan una acusación seria: haber promovido y lucrado con aplicaciones de casino disfrazadas de entretenimiento en la App Store y otras plataformas. Los demandantes aseguran que estos “casinos sociales” son tan adictivos como el juego real y que generan pérdidas económicas considerables, sobre las cuales las tecnológicas cobran su parte.

El argumento central es que las compañías no solo permiten la distribución de estas apps, sino que se benefician directamente de cada transacción. Y para los demandantes, eso ya no es simplemente “dar espacio a un contenido”, sino participar activamente en la actividad. Este detalle es el que convierte la demanda en un caso clave para el futuro de cómo se regulan las tiendas de aplicaciones.

La jugada fallida de la Sección 230

Ante las acusaciones, Apple y compañía intentaron refugiarse en la famosa Sección 230, una ley de los noventa que protege a las plataformas de ser responsables por lo que publican terceros. Gracias a ella, internet pudo crecer sin que cada red social o foro fuera demandado por el contenido de sus usuarios.

Pero aquí el juez Edward Davila no compró el argumento. Para él, cobrar comisiones de apuestas digitales va mucho más allá de ser un simple intermediario. No se trata solo de hospedar contenido, sino de participar en las ganancias.

Con esa diferencia marcada, el tribunal decidió que la Sección 230 no aplica en este caso, dejando a Apple, Google y Meta expuestas a un proceso que podría costarles mucho más que dinero.

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¿Por qué este caso es tan importante?

No es la primera vez que las tecnológicas enfrentan críticas por cómo manejan sus tiendas de apps, pero esta vez el asunto no gira alrededor de monopolios o comisiones abusivas, sino de un tema mucho más sensible: la relación con el juego ilegal.

Si los jueces determinan que estas compañías deben asumir responsabilidad por las apps que monetizan, podría abrirse una puerta enorme para nuevas demandas en todo el mundo. Hablamos de publicidad engañosa, apps fraudulentas y hasta contenidos dañinos.
En otras palabras, lo que está en juego no es solo el bolsillo de Apple, Google y Meta, sino el futuro de cómo entendemos la responsabilidad de las grandes plataformas digitales.

¿Qué viene ahora?

Aunque algunas acusaciones menores fueron descartadas, la demanda principal sigue firme. Las compañías aún pueden apelar, pero por ahora deberán prepararse para un juicio que podría dejar huella en todo el sector.

Mientras tanto, el debate sobre la Sección 230 seguirá encendido. Para algunos es un escudo necesario que mantiene viva la innovación en internet; para otros, se ha convertido en un blindaje injusto que permite a los gigantes tecnológicos evadir responsabilidades.

Sea cual sea el resultado, este caso deja claro que el terreno legal de la tecnología está cambiando, y que el modelo de “ganar dinero sin responder por los riesgos” ya no será tan fácil de sostener.

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