A un año de su llegada a la versión de 27 pulgadas, la pantalla Retina hace su aparición en los nuevos iMacs de 21,5 pulgadas; la resolución pasa de los 5K para el más grande de los all-in-one de Apple a los 4K del pequeñuelo.
Índice
LO BUENO
Este iMac 4K tiene dos puntos fuertes: uno es el diseño, donde la línea es realmente exquisita, sin duda es el aspecto más fuerte de los all-in-one de Apple de toda la vida, comenzando por el Macintosh original, el de 1984 (sí, aquel era un all-in-one) hasta llegar a nuestros días. El perfil sutil de este ordenador, que viene luciendo desde hace algunos años, es realmente cautivador. Hace un figurón en cualquier oficina o cuarto de una casa.
El iMac siempre se ha destacado por su diseño
El segundo punto está en el hardware cuyas características en el 4K son de todo respeto: las dos variantes del ordenador incluyen un procesador Intel de cuatro núcleos, el i5 con una velocidad de 3,1 GHz (que puede llegar a los 3,6 GHz con el Turbo Boost) y el i7 que va a 3,3 GHz (llegando a los 3,8 GHz con el Turbo Boost). Viene con una memoria mínima instalada de 8 GB expandibles a 16 GB sólo en el momento de la compra, ya que está soldada a la plaqueta madre. La GPU está integrada y es una Iris Pro 6200 y tiene un panel IPS que soporta el Gamut DCI-P3 que amplía la gama de colores del clásico Adobe RGB, esto proporciona colores más naturales, cosa que puede ayudar a quien edita vídeos teniendo en consideración, además, que es un formato preparado para este tipo de contenidos, de hecho las siglas DCI nos indican mucho al respecto: Digital Cinema Initiatives.
Ambas configuraciones poseen 2 puertos Thunderbolt 2, cámara FaceTime HD con una resolución máxima de 4.096×2.304 píxeles, puerto para auriculares, 4 puertos USB 3.0, una ranura para tarjetas SDXC y un puerto Gigabit Ethernet. Además llegan con los últimos accesorios de mamá Apple: el Magic Mouse 2, que se recarga con un cable lightning, y el Magic Keyboard que posee la misma característica.
LO MALO
Aquí hay tres puntos para señalar: el primero y fundamental es la incomprensible tozudez de Apple que continúa intentando filtrar los discos de 5400 rpm. Esto echa por tierra todas las buenas cosas que podemos ver en el hardware del producto. La experiencia de uso a la que tanta importancia le da la compañía de Cupertino, se pierde en la lentitud obscena que proporciona un disco que no está a la altura de las circunstancias y que se evidencia con el encendido del ordenador y al abrir aplicaciones. Pero no se trata sólo de algo que se nota por la costumbre a la velocidad de los SSD, se percibe también en la comparación con iMacs más viejos que poseían discos de 7200 rpm. A esto le debemos agregar la “jugarreta”, por usar un eufemismo, de reducir el espacio flash dedicado a los discos Fusion Drive de 1 TB (que comporta un aumento de precio de € 120) que pasó a 24 GB de los 128 GB precedentes.
El otro punto que es altamente cuestionable es el de la prácticamente nula posibilidad de actualización del ordenador. Podemos decir que “lo que compras es con lo que te quedas”. Siendo imposible cambiar la Ram o el procesador en un segundo momento pues vienen soldados a la plaqueta madre. La GPU, como ya dijimos, está integrada por lo que tampoco es posible una mejora en ese sentido.
Por último el precio, en España parte de los € 1729 para su configuración base hasta llegar a los € 2809 en aquella más potente. Son valores de todo respeto, especialmente tratándose de un ordenador de “sólo” 21,5 pulgadas.
CONCLUSIÓN
Es muy difícil poder aconsejar la compra de este iMac cuyos aspectos decididamente buenos no compensan aquellos malos. Es pereferible ahorrar € 400 e ir por la versión base de 27″ (5K) que es ampliamente superior a ésta de 21,5″. La pantalla es obviamente más grande, la memoria es fácilmente ampliable hasta 32 GB (ni siquiera se debe abrir el ordenador), la tarjeta gráfica es una AMD Radeon R9 M380 y, por último, el disco rígido de la versión base es -al menos- de 7200 rpm.
