Quiero ante todo aclarar que las cosas que leerás en este artículo son mis opiniones personales. Como tales, absolutamente subjetivas y con ellas no pretendo imponer mi punto de vista. Es la opinión de una persona que lleva muchos años (décadas) trabajando con Macintosh y de esta manera relacionado con la empresa, pero por sobre todo son las reflexiones de alguien que ama a Apple como si fuese parte de su familia.

 

Apple en la era Jobs

 iOSMac Apple está perdiendo el rumbo, llegó el momento de cambiar
La primera cosa que hizo Jobs al volver a Apple fue simplificar las gamas de productos.

 

Comencé a trabajar con Mac desde antes de la vuelta de Jobs a la empresa. Puedo decir que vi la sorprendente evolución que ha tenido la compañía en estos últimos veinte años. Apple, de hecho, era considerada una marca de nicho, exclusiva para los estudios gráficos, imprentas o agencias de publicidad. Era algo normal que fuese así, prácticamente fue Apple quien impulsó toda una categoría de trabajo que hoy conocemos como autoedición (desktop publishing). Y fue sobre la plataforma de los de Cupertino donde aparecieron los primeros programas para este tipo de edición con el ordenador.

Quien sea del ambiente seguramente recordará programas como el Aldus PageMaker que vio la luz en 1985 y que fue el primero de este sector, de hecho su primera versión fue exclusiva del Macintosh, el programa conoció su última versión casi 20 años después y hoy su más que digno sucesor es el Adobe InDesign.

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PageMaker, el primer programa de autoedición.

 

Viendo esa época con la perspectiva que dan los años, me doy cuenta que a pesar de las limitaciones que tenían los Macintosh por aquel entonces, comparados con la potencia de los actuales, la estabilidad del sistema operativo era sencillamente sorprendente.

Con los años Apple fue lanzando distintos dispositivos que construyeron la historia de la tecnología de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Llegaron aparatos revolucionarios como el iPod o el iPhone que unían la belleza del diseño con las prestaciones (para cada época) que dan los sistemas hechos a medida. Esto también es aplicable a los Macintosh.

Apple se hizo grande por un concepto fundamental: el soft debe ir a medida del hard. Esto es lo que hizo mítica la estabilidad del sistema y era un concepto fundamental que manejaba el mismo Steve Jobs que, a su vuelta a la compañía, simplificó la línea de producción eliminando lo que sencillamente era innecesario.

 

Apple en la era Cook

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Apple debe trazar su camino y no hacer siempre lo que dicta el mercado.

 

Se generó la idea de hacer compatible con el sistema operativo la mayor cantidad de dispositivos posibles: en el caso de los Mac con ordenadores de hasta 6 años o más; con los iPhones y iPad también pasa algo similar: el iPhone 4s es del año 2011 y en teoría funciona con iOS 9 (aunque ya sabemos cómo lo hace); el mismo iPad 2 es también del año 2011.

Curiosamente (o no tanto) desde 2011, el año en el que falleció Steve Jobs, todo quedó congelado, sin el impulso para innovar y con escasísimas novedades estéticas. La más radical fue el Mac Pro de 2013 y parcialmente el MacBook de 2015. ¿Pero no resulta escaso para una compañía que ha hecho del diseño una marca registrada?

Ahora este intento por hacer la mayor cantidad de dispositivos compatibles con los nuevos sistemas operativos genera más caos y problemas de estabilidad que cosas buenas. No es lo mismo crear un sistema para una decena de procesadores que para un centenar. O para una pantalla de una resolución que para ocho (en el caso de los iPhones y los iPad: con o sin Retina de 4; 4,7; 5,5; 7,9; 9,7 y 12,9 pulgadas).

Todo este descontrol se aprecia en los continuos problemas que se observan en los distintos sistemas operativos que va presentando Apple año tras año. Cuantos más dispositivos son compatibles, más errores y bugs encontramos.

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El Mac Pro es el único producto radicalmente renovado en los cinco años que lleva Cook al mando.

 

Es el momento de parar la pelota y reflexionar sobre esta política que le está haciendo un mal tremendo a la compañía de Cupertino. Desde ya que los sistemas actuales no son fiables, los bloqueos que se están produciendo sobre las distintas gamas de productos son una alerta máxima. Las constantes betas para tapar errores no facilitan las cosas, porque es imposible cubrir con la sábana de las actualizaciones todos los problemas que implica una mole de dispositivos compatibles; si te tapas la cabeza te quedan los pies al aire libre y viceversa.

Basta de demagogia inútil. Apple hasta hace unos años producía dispositivos que generaban la necesidad del usuario. No se dejaba llevar de la nariz por lo que el público en general pedía.

La compañía está aun a tiempo para arreglar el problema. El primer paso es el evento del 13 de junio en la inauguración de la WWDC, si presentan un iOS exclusivo para iPhone y otro para iPad, si anuncian que la compatibilidad de los nuevos sistemas de todos los dispositivos se limita a las últimas dos o al máximo tres generaciones del producto, entonces podremos decir que van por un buen camino. Es preferible tener un dispositivo que se comporte con hidalguía a pesar de los años manteniendo un sistema operativo que aunque no sea el último permita trabajar con tranquilidad que tener el último SO y todo funcione de manera poco optimizada.

Si en cambio se empeñan en continuar con una absurda compatibilidad extrema (con dispositivos de un lustro o más) que no beneficia a ninguno, entonces las perspectivas serán bastante negras.

Esperemos que Tim Cook se despierte y deje de ser el tipo que vino luego de Jobs para convertirse en el verdadero CEO de la compañía tecnológica más importante de los últimos 20 años.

Es el momento de retomar el rumbo.

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