Son las 7:05 y tu radiodespertador te avisa que ya es hora de levantarse para ir al trabajo, te incorporas y lo primero que haces es ir a encender la máquina para preparar el café y la tostadora, mientras tanto enciendes la luz del pasillo para ir al baño, cuando regresas tomas una botella de naranja exprimida del refrigerador junto con el queso para untar. Te sirves el café, sacas las tostadas de la tostadora y desayunas. Luego de vestirte controlas la carga de tu iPhone, pones a cargar tu iPad, con el que has estado navegando por internet antes de dormirte, apagas la luz y sales. Ya en el metro controlas si te ha llegado algún correo electrónico, escribes un par de tweets y das una ojeada a los titulares del diario.
Lo cierto es que probablemente no haces caso a que todas estas cosas que distinguen la modernidad no serían posibles si no hubiera existido un tal Nikola Tesla, un real genio, visionario, inventor, ingeniero eléctrico y un extenso etcétera. Nació en el pueblo de Smijan (actualmente Croacia) en 1856, aunque se lo puede considerar un ciudadano del mundo debido a su constante búsqueda científica; de hecho vivió en Graz (Austria), Maribor (Eslovenia), Budapest, París y Nueva York, entre otras ciudades.
Y ¿por qué decimos que una gran cantidad de cosas de nuestra cotidianidad son gracias a Tesla? Muy simple, fue quien ideó y desarrolló el primer método de transporte de la corriente alterna, que es la que utilizamos hoy en día en nuestros hogares y puestos de trabajo. Tesla concibió un campo magnético rotativo, como producto de dos o más corrientes alternas desfasadas, esto permitía transportar corrientes alternas a largas distancias.
De su mente han salido otras grandes invenciones como, por ejemplo, la radio. Sí, la patentó antes que Guglielmo Marconi, pero por cuestiones económicas, cuándo no, la oficina de patentes norteamericana que ya había dado la patente a Tesla dio marcha atrás y se la concedió a Marconi.
También ideó el principio de lo que hoy conocemos como helicóptero, la bujía para el encendido de los motores de explosión, un generador de rayos X, entre otras muchas cosas.
No hacía pruebas, los inventos pasaban de su cabeza al papel ya terminados. ¡Y funcionaban!
El principio y la idea de las conexiones inalámbricas son seguramente cosas que debemos atribuirle a este genio, es el concepto que desde hace más de un siglo mueve la comunicación humana. Desde la radio, pasando por la televisión hasta los actuales dispositivos que llevamos constantemente con nosotros como si fuesen parte de nuestra piel y con los cuales somos capaces de comunicarnos desde y hacia cualquier punto del Planeta.
De hecho fue el mismo Tesla a predecir en 1926 lo que hoy conocemos como teléfonos inteligentes (smartphones). En una entrevista con el periodista franco-canadiense John B. Kennedy afirmó que cuando la red inalámbrica estuviera esparcida en todo el mundo todos podríamos comunicarnos entre nosotros al instante, sin importar la distancia y agregó que a través de la televisión y la telefonía podríamos escucharnos y vernos unos a otros como si estuviésemos cara a cara, aunque nos encontráramos a miles de kilómetros y los instrumentos que utilizaríamos serían mucho más simples que el teléfono de la época y que, además, lo podríamos llevar en el bolsillo. ¿Os suena todo esto?
Lamentablemente y como suele ocurrir en estos casos, Tesla murió en Nueva York el 7 de enero de 1943 en una pequeña habitación del Hotel New Yorker, sin ningún tipo de reconocimiento por las grandes cosas que había aportado a la humanidad.
Según la RAE, un visionario es “el que se adelanta a su tiempo o tiene una visión de futuro”. Honestamente creo que al costado de esta definición habría que agregar una foto de Nikola Tesla.