¿Por qué no se pueden fabricar iPhones en EE.UU.? La explicación desde dentro de Apple. La idea de fabricar iPhones en EE.UU. ha sido utilizada recurrentemente en discursos políticos como una solución para recuperar empleos industriales y reducir la dependencia de China. Sin embargo, detrás de este deseo hay una realidad logística, económica y técnica que lo hace casi imposible.
Un reciente testimonio de un exingeniero de Apple, respaldado por analistas de la industria y la propia historia de la compañía, deja en claro que el sueño de producir iPhones en suelo estadounidense no solo es inviable, sino potencialmente desastroso para los consumidores.
La infraestructura industrial para fabricar iPhones en EE.UU. no existe
Uno de los mayores obstáculos para fabricar iPhones en EE.UU. es la falta de infraestructura especializada. Tim Cook explicó en 2015 que en China, el número de expertos en herramientas, matrices, ensamblaje y manufactura avanzada es tan alto que se necesitarían varios campos de fútbol para reunirlos. En cambio, en Estados Unidos, ese mismo grupo cabría en una sola sala.
Las cadenas de suministro actuales de Apple, que se extienden por miles de fábricas en Asia, son imposibles de replicar en EE.UU. Cada componente del iPhone, desde chips hasta cámaras, pasa por manos altamente capacitadas en fábricas distribuidas estratégicamente. No se trata solo del ensamblaje final, sino de una orquesta de producción milimétrica imposible de igualar localmente sin décadas de inversión.
El costo de fabricar iPhones en EE.UU. sería descomunal
Dan Ives, analista de Wedbush Securities, estima que trasladar solo el 10% de la cadena de suministro del iPhone a EE.UU. costaría más de 30.000 millones de dólares y al menos tres años de transición. Pero según otros expertos, esa cifra es conservadora: sería más realista hablar de cientos de miles de millones de dólares y más de una década para lograrlo.
Además, fabricar completamente en EE.UU. implicaría un incremento de hasta tres veces en el precio de venta. El iPhone de 1.000 dólares pasaría a costar más de 3.500. Un producto que hoy representa equilibrio entre tecnología de punta y precio competitivo, se convertiría en un artículo de lujo inaccesible para la mayoría de los consumidores.
El impacto sería devastador no solo para Apple, sino para todo su ecosistema. Aumentar el costo sin mejorar el producto implica perder cuota de mercado, lo cual abriría la puerta a competidores como Samsung o Xiaomi.
La fuerza laboral estadounidense no está preparada
El exingeniero de Apple, Matthew Moore, explicó que hay millones de personas trabajando para la cadena de suministro de Apple en China. Estas personas han sido formadas a lo largo de décadas para cumplir con estándares de producción, precisión y velocidad que simplemente no existen en Estados Unidos.
Moore cuestionó con ironía: “¿Qué ciudad de EE.UU. estaría dispuesta a paralizarlo todo y dedicarse únicamente a fabricar iPhones?”. Usó el ejemplo de Boston, diciendo que toda la población tendría que dejar sus actividades actuales para alcanzar los niveles necesarios de producción.
La realidad es que formar una fuerza laboral de más de 300.000 personas, capaces de ensamblar dispositivos con exigencias milimétricas, no es algo que se pueda improvisar. EE.UU. ha perdido generaciones de experiencia en manufactura debido a su migración hacia una economía de servicios y tecnología.
Las amenazas políticas no cambian las reglas del mercado
Los intentos de presión desde el ámbito político, como las amenazas arancelarias del expresidente Trump, pueden generar titulares, pero no transforman las condiciones estructurales. Apple podría optar, en el mejor de los casos, por una «ingeniería de tornillo final», donde el ensamblaje mínimo se realice en EE.UU. para declarar el origen local del producto. Esta estrategia ya se ha usado en Brasil, sin que eso signifique una producción completa.
Ni las leyes ni los impuestos cambian el hecho de que China tiene décadas de ventaja, tanto en maquinaria como en cultura productiva. Incluso si Apple trasladara una parte de su operación, seguiría dependiendo de componentes importados desde Asia, incurriendo en nuevos costos logísticos y arancelarios.
Esto demuestra que el concepto de «traer los empleos de vuelta» es más simbólico que práctico cuando se habla de dispositivos tan complejos como el iPhone.
El mito de la autosuficiencia: consecuencias para Apple y los consumidores
Forzar a Apple a fabricar iPhones en EE.UU. tendría consecuencias en cascada. Primero, el aumento de precios alejaría a millones de usuarios del ecosistema de Apple. Luego, las demoras logísticas y los errores por falta de experiencia en producción local podrían afectar la calidad de los productos. Y, finalmente, Apple perdería competitividad global frente a fabricantes asiáticos que sí conservan un entorno de producción ágil y económico.
Más allá del impacto económico, esta decisión tendría consecuencias en innovación. La inversión multimillonaria que requeriría establecer fábricas y capacitar personal en EE.UU. saldría de los fondos destinados a investigación, diseño y software. El resultado: un Apple menos innovador, más lento, y menos accesible.
¿Sería posible ensamblar una parte del iPhone en EE.UU. sin afectar los precios?
Sí, pero con limitaciones. Apple podría ensamblar los últimos componentes o empaquetar los productos en EE.UU., como lo ha hecho en otros países para cumplir con normativas locales. Sin embargo, esto es más un gesto simbólico que una solución estructural. El impacto en los precios sería mínimo, pero la producción seguiría dependiendo del exterior.
¿Qué alternativas tiene Apple si necesita diversificar su producción?
Apple ya ha comenzado a trasladar parte de su producción a India y Vietnam como medida de diversificación frente a tensiones geopolíticas. Sin embargo, estas decisiones no responden al deseo de producir en EE.UU., sino a buscar nuevos hubs con infraestructura comparable a la china. India, por ejemplo, ya fabrica algunos modelos de iPhone SE y iPhone 15 para exportación.
Fabricar iPhones en EE.UU. es una idea inviable en el mundo actual
Aunque la idea de fabricar iPhones en EE.UU. suena atractiva para fines políticos, los hechos demuestran que no es una opción viable ni práctica para Apple. La falta de infraestructura, el costo exorbitante, la carencia de una fuerza laboral calificada y la dependencia de una cadena de suministro global hacen que este plan sea más un mito que una meta alcanzable.
Incluso si se lograra ensamblar una parte del proceso en territorio estadounidense, seguiría siendo simbólico, sin resolver los verdaderos desafíos logísticos ni económicos. La innovación tecnológica requiere pragmatismo, no populismo industrial.
Apple seguirá operando donde sea más eficiente, como lo haría cualquier empresa comprometida con la calidad, la innovación y la sostenibilidad económica. Y para los consumidores, mantener precios competitivos sin sacrificar calidad es una prioridad que no puede ignorarse por discursos simplistas.