Hay un proverbio en Argentina que dice: “Si no la gana, la empata”, lo cierto es que es muy difícil que una empresa (no solamente Apple, claro está) asuma sus propios errores, a menos que intervenga la justicia o se amenace con recurrir a ella. En las últimas semanas se ha generado una gran polémica por la gestión de las batería degradada del iPhone que deviene en una ralentización del dispositivo, en este caso se hacía referencia a las precedentes generaciones del teléfono: el 6, el 6s, el SE, posteriormente se agregó el 7 y luego será el turno de la actual generación de dispositivos. ¿Cómo funciona esto? En presencia de terminales con baterías desgastadas por el normal uso, Apple proveyó a implementar un sistema que limita las solicitaciones energéticas del dispositivo y reduce la frecuencia de funcionamiento del procesador (y de mucho, hablamos, por ejemplo, de una frecuencia del procesador que pasa de 1400 MHz a 600 MHz en un iPhone 6).
Ahora, es lógico que la compañía de la manzana mordida haya hecho esta movida para no incidir de manera muy pesada en la autonomía del teléfono, pero de esto se desprenden dos cuestiones que no son menores: en primer lugar el usuario no fue advertido como corresponde de este problema en el momento de comprar el dispositivo ni cuando se introdujo esta modalidad que podemos bien llamar de ahorro; por otra parte se hace más que evidente que la capacidad de las baterías está en el límite absoluto, prácticamente no pueden ser menores de lo que son y, lógicamente, luego de cierto tiempo de uso, que no necesariamente es elevado, vamos a ver mermada la velocidad de nuestro teléfono de manera más que vistosa.
Un cambio de batería con una importante reducción de precio pero que le deja a Apple un interesante margen de ganancia
Obviamente si la compañía no informa de este problema que se soluciona cambiando la batería, el usuario lo primero que va a pensar es que la manera de resolver la cuestión es cambiar de dispositivo. Esto se asemeja en todo o en parte a la tan temida obsolescencia programada. Es decir, cuando el productor de un dispositivo establece arbitrariamente que luego de un determinado período de tiempo el aparato va a dejar de funcionar o no dará la mismas prestaciones, induciendo al usuario a comprar uno nuevo.
El problema de las baterías es muy difuso en el sector de los teléfonos inteligentes, pero como usuarios y grandes seguidores de Apple tenemos que llevarnos una mano al corazón y admitir que es todavía más grave en los dispositivos más pequeños de los de Cupertino. Si a este problema debemos agregarle este manejo no del todo límpido en esta específica cuestión por parte del equipo de Tim Cook, Apple no queda bien parada.
Ahora, una vez que comenzó a rodar esta bola de nieve que con el pasar de los días se fue haciendo cada más grande (con el agregado de amenazas de acciones legales), Apple decidió dar una respuesta a los usuarios: en primer medida agregando un sistema integrado en iOS que permita evaluar el estado de salud de la batería y poder saber si está incidiendo en la performance del teléfono y por otra parte una mejoría en el actual sistema de gestión de prestaciones del teléfono. También se publicó una nota en la página de soporte donde se explica el envejecimiento químico de las baterías y cuáles son las limitaciones que se toman para evitar que el teléfono se apague inesperadamente en el caso de baterías menos eficientes.
Por otra parte se redujo (por tiempo limitado) el elevadísimo precio por la sustitución de la batería de los dispositivos fuera de garantía, desde los € 89 actuales a € 29 (todo esto a partir de fines de enero de 2018). Es aquí donde sostengo que Apple si no la gana, la empata. Si tenemos en cuenta que una batería para iPhone se puede conseguir en sitios como eBay a un tercio de ese valor (estoy seguro que una empresa como la de Cupertino consigue precios aún más contenidos) y además es una operación que en manos de expertos no requiere demasiado tiempo y por ende tampoco va implicar un gasto desmedido para Apple en mano de obra “especializada”, obtenemos entonces que la reducción a € 29 le deja a Apple seguramente un amplio margen de ganancia y una perspectiva, para cuando el precio por el cambio de batería vuelva a sus valores “normales”, bastante positiva, visto que ya el problema está blanqueado.
Nosotros debemos seguir exigiendo a la compañía que utilice baterías de una capacidad acorde con la categoría y el precio de los dispositivos, aunque esto implique que tenga algún milímetro más de espesor y un poco más de peso. Está en nosotros, como usuarios, exigir esto y debemos hacerlo.