Leo hoy estupefacto en una web que, Google, la gran Google, ha desobedecido a la promesa que ella misma se hizo de no “guardar” ni coleccionar información que los estudiantes en EEUU proporcionan en las escuelas. Parece ser que Google tiene la habitual práctica de recabar información de todos los sitios y de todos los usuarios, cosa que sinceramente no sorprende en absoluto y que es algo que todos sabemos, de hecho, Google sin esas prácticas tiene la mitad de su valor.

 

Google y su “maldita” costumbre de guardar datos

El caso es que se hizo una promesa de no coleccionar, guardar o leer la información que proporcionaran los estudiantes a través del navegador Chrome en los ordenadores que en EE.UU el gobierno pone al servicio de los estudiantes.

 

 iOSMac Google y su "maldita" costumbre de guardar datos
Chrome

 

Bueno, pues Google se salta esta promesa “prometida” y de nuevo vuelve al ataque y recaba la información de los estudiantes, que aunque sea de manera encubierta, les retorna o retornará en forma de publicidad.

 

Google se escuda diciendo y asegurando que estas prácticas están diseñadas y organizadas para mejorar la experiencia y para que “conocer” y adaptarse a los gustos de los usuarios. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Si Google (eso si, con nuestro permiso y consentimiento) recoge los datos que introducimos en búsquedas y demás, tiene el poder de saber lo que nos gusta, lo que nos interesa, lo que rechazamos, lo que compartimos, lo que ocultamos, lo que reenviamos, lo que guardamos… en fin, de repente tiene en su poder muchísima información nuestra.

 

 

 iOSMac Google y su "maldita" costumbre de guardar datos
Google y su “maldita” costumbre de guardar datos

 

Y claro, eso es muy suculento porque el saber que cosas nos gustan y que cosas nos disgustan, puede ser muy muy interesante para una agencia de publicidad, en principio, y para todas las empresas con productos a vender, para acabar. Así pues, aunque es cierto que los resultados en las búsquedas que hagamos en Google pueden ser mejores si el navegador nos “aprende”, no es menos cierto que es una información que nos va a retornar en publicidad.

 

De hecho, es ya un clásico, buscar por ejemplo “muebles” en Google, y tras esto, al iniciar Facebook, ver que en la zona de anuncios, se nos presentan unos bonitos muebles. ¿Casualidad? Desde luego que no.

 

 

 

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