Con el debate “privacidad o seguridad” sobre la mesa, con Trump reclamándole enfáticamente a Apple que colabore en el caso de Pensacola y con la propia empresa demostrando que sí coopera (aunque se niegue a una puerta trasera), el medio FastCompany ha publicado una interesante entrevista al fiscal de distrito de Manhattan, Cyrus Vance Jr., quien -junto a la unidad de cibercrimen de la Ciudad- lleva adelante un laboratorio que se dedica a una sola cuestión: desbloquear iPhone.
El problema, según el director de la Unidad de Análisis de Alta Tecnología, es el propio avance de las técnicas de seguridad de los dispositivos…
“La entrada a la cámara de aislamiento de radiofrecuencia (…) parece sacada del programa Apollo, protegida por dos puertas metálicas herméticas que están especialmente diseñadas para bloquear ondas electromagnéticas. Dentro de la habitación, contra una pared, hay docenas de iPhone y iPad de Apple en varios estados de deterioro” (traducción libre del inglés), describe el periodista William Cohan, responsable de la nota.
La principal herramienta es simple: un software que utiliza “fuerza bruta” para descifrar contraseñas; el objetivo final obviamente es la información que pueda contener el dispositivo.
El problema, según explica Steven Moran, el director de la Unidad de Análisis de Alta Tecnología, es el propio avance de las técnicas de seguridad de los dispositivos. Es que, hasta 2015, la ejecución de 10.000 secuencias aleatorias hubiera sido suficiente para descifrar una clave numérica de cuatro dígitos. Empero, al agregárseles apenas dos mas (seis en total), se necesita más de un 1 millón de intentos para poder acceder al aparato.
El fiscal Cyrus Vance Jr., -junto a la unidad de cibercrimen de Manhattan- lleva adelante un laboratorio que se dedica a una sola cuestión: desbloquear iPhone…
Y eso no es todo, porque Apple configura sus productos para que acepten una limitada cantidad de “intentos” por minuto. Es por ello que el fiscal y su equipo deben aplicar además algo de “ingeniería social” para reducir las secuencias posibles: “¿Le gustan los Yankees? ¿Es su jugador favorito Derek Jeter? ¿Cómo se llama el perro? ¿Cuál es el cumpleaños del niño? ¿Cuál es su cumpleaños? ¿Dónde se casaron? ¿En qué fecha se casaron?” (traducción del inglés), dice Morgan.
Con todo, es evidente que se trata de un fino trabajo forense; el cual, en ocasiones, puede conducir a las respuestas de los casos más complejos. Y solo por ello, para la fiscalía, tiene mucho valor.
“Los delincuentes también usan teléfonos Apple y Android, y los datos ocultos dentro de ellos (coordenadas, conversaciones de texto, mensajes de voz) a menudo son esenciales para procesarlos. Sin acceso a sus dispositivos, algunos delincuentes pueden ser liberados, mientras que otros, acusados de delitos que no cometieron, pueden terminar encarcelados” (traducción libre del inglés), explica el fiscal.
Y muestra como caso de éxito a la investigación que llevó a cabo el laboratorio dentro de la cual se logró desbloquear el iPhone de E’Dena Hines, la nieta del actor Morgan Freeman, para así obtener un video que permitió condenar al novio por su muerte. “Eso solo importa”, aduce Cyrus Vance Jr.
“No es justo que Apple y Google digan dónde está el equilibrio entre privacidad y seguridad pública”, dice el fiscal…
Pretende que los fiscales tengan todas las herramientas posibles y despotrica contra las tecnológicas.
“Se han llevado una de nuestras mejores fuentes de información. Solo porque ellos lo dicen. No es que un tercero haya decidido, es lo correcto (solo) para Apple y Google (…) No es su decisión porque hay algo más grande aquí que el lugar de su determinación individual de dónde equilibrar la privacidad y la seguridad pública. Lo que es más grande es que tienes víctimas y tienes un estado de derecho que tiene fuertes imperativos que deben ser reconocidos y equilibrados (…) Hoy, creo que está desequilibrado” (traducción libre del inglés), sostiene.